jueves, 29 de julio de 2010

MATANDO EL OCIO



Se paseaba cuidadoso un ratón que andaba hambreado,
porque al gato había observado que rondaba silencioso.
Precavido y sigiloso fue a parar a la alacena,
donde un queso ahí en la escena lo llenó de inmenso gozo.

(Fue tan grande el alborozo que olvidó lo cauteloso).

El gato salió dichoso llevando la panza llena,
porque el quesito sabroso de postre sirvió a su cena.

Moraleja a los ociosos:

Los que quieren vida buena
sin gustar de las faenas:
Pronto les termina el gozo.

El relato no es grandioso
y aún sabiendo que me expongo...
Digo cual diría Pombo:
Lo hice por matar el ocio.

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