lunes, 9 de agosto de 2010

El chicharronazo

Un marrano (cochino o puerco)
se revolcaba en un lodazal.
Una gallina buscaba almuerzo,
y un toro viejo se echó a pastar.

El chancho, brincando el cerco,
a la gallina hizo volar.
El toro viejo, todo un experto,
los observaba en su trajinar.

El cerdo pudo alcanzar al ave.
y dijo: "¡Párate, deseo charlar!"
la gallina gritó: "¡Quién sabe
si la emergencia vale frenar!"

A varias yardas, perdiendo impulso,
la gallinita el vuelo paró.
El puerco estaba todo confuso,
y el toro viejo nomás sonrió.

"¿Qué te está pasando, chancho?",
la gallinita lo interpeló.
El cochinito dijo: "En el rancho...
¡es dura y fría la situación!

"El amo hoy dijo al del oficio,
mientras yo husmeaba en el comedor,
que ya en la tarde, como había dicho,
 le diera al gallo su chicharrón.

"Estoy creyendo que sea un capricho,
porque me ha visto bien gordiflón.
Y tal parece que sea el inicio...
para embutirme en un salchichón".

La gallinita muy confundida,
cacareando le respondió:
"¡Cuánto lo siento, pero es la vida
la que me juego en la intervención!"

Decía el chancho, acongojado:
"Me veo en fritanga con patacón...
¡en refrigerios...! Y seré bocado
en hamburguesa de comedor".

El toro viejo nomás miraba.
La gallinita al gallo observó.
Y como estaba enamorada...
¡Lo vio comiéndose un chicharrón!

El marranito, en su desgracia,
a la gallina le comentó:
"Soy una bola de pura grasa.
¿Por qué ambicionan colesterol?"

El gallo alegre kikiriquiaba,
y del sembrado comía frijol.
En el momento cuando escarbaba,
¡dañaba todo a su alrededor!

La gallinita muy complacida
reía la alegre presentación
que hacía el gallo... Pues pretendía
llamar de ella toda atención.

El pobre puerco, desgañotándose,
decía: "Me veo secándome al sol...
O en unos fríjoles sancochándose
mi rica trompa, con papa y col".

El toro viejo se fue parando,
y en un instante hasta él llegó.
Le dijo: "¡Calla, no estés chillando!
Del amo sé cuál es la intención".

Sonó un disparo... ¡Y cayó el gallo!
De un solo golpe, sin un dolor.
Y dijo el toro: "No hubo fallo:
¡Dieron al gallo su chicharrón!"

La gallinita se colmó en llanto:
Habían partido su corazón.
El puerco (cerdo, marrano o chancho)
volvió al chiquero y se revolcó.

Las cosas quietas, se dejan quietas.
las que son tuyas, pues tuyas son.
con las ajenas nunca te metas,
porque te puede pasar lo peor.

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