jueves, 19 de agosto de 2010

Espanto en el bosque

Aquí a los niños se les advierte
que todo es pura imaginación.
Es algo así como lo del diente,
que un ratoncito se lo llevó.

¡Se estaba armando la algarabía!
a todos los niños alrededor
de la fogata se les veía,
atentos al viejo en su narración.
 
Decía él: "yo y mi sabueso...
Primero el amo en esta ocasión,
porque a mi perro le tiro huesos.
Queda así hecha la explicación.

"Nos fuimos juntos de cacería.
Mi rifle listo tenía el cañón.
El can pendiente de la mordida.
La noche oscura daba temor.

"Con la penumbra llena de sombras,
como fantasmas en proyección,
de los arbustos salían las formas
como precisas a la ocasión.

"Del Coco mucho se murmuraba:
Un ser malvado, sin compasión.
Todos decían que se carcajeaba
por los contornos de la región.

"Que se presenta en cualquier lugar
con forma de Coco y aterrador.
A todo el mundo pone a temblar,
porque horrorosa es su aparición.

"Salí a cazarlo con mucho esmero"...
con gran cautela el viejo sonrió.
El perro un árbol miró ligero,
alzó la pata y se orinó.

Pidió un pequeño que lo acercaran
más a la hoguera: el miedo lo heló.
Siguió el relato donde dejara
el viejo inconclusa la narración.  

Como decía, ¡pobre del Coco
si lo encontraba! ¡Lo iba a partir!
 Mi perro olia, olfateaba un poco,
y así la huella podía seguir.
 
"Siempre agachado y a paso lento,
iba detrás con mucho valor.
Se oyó un aullido que trajo el viento,
y la linterna se me cayó.

Quedó tan negra aquella espesura,
que al mismo Coco le dio terror,
porque a mi lado una figura
cruzó corriendo... ¡y el perro aulló!

"¡Era terrible! con poco aliento
 toqué a mi perro, y duro ladró.
 Llegó un ladrido que trajo el viento...
¡y fue que el eco le contestó!".

Todos los niños, muy asustados
y apretujados, dijeron: "¡Ooooh!"
sacó el cuentista un cigarro usado,
y con un leño fuego le dio.
 
Siguió contando: "Escuchen bien:
ése fue el eco... Mas sucedió
que sentí ruido tras de mis pies,
cuando una rama detrás crujió.

"El perro alerta paró la cola
y las dos orejas... ¡Echó a correr!
Yo me hice un mundo de carambolas
por una falda en que fui a caer".

Con ojos grandes, bocas abiertas,
todos los niños hacían notar
que bien atentos creían muy cierta
aquella historia que oían contar

Seguía el viejo narrando el cuento
y acariciando la cola al can.
Echaba chispas la hoguera al viento,     
y un pequeñín osó preguntar:
 
"¿Que pasó luego? cual fue el motivo
para ese ruido que los espantó?"
contestó el viejo: Ya lo he sabido:
¡de una palma un coco cayó!".

Rieron los niños por esta gracia,
y el viejo, serio, enmudeció.
Gruñía el perro, echaba babasa,
¡y en feo Coco se convirtió!

Todos quedaron enmudecidos,
¡quietos y helados por el terror!
Luego aquél viejo, sin hacer ruido,
agarró al Coco y se esfumó.

Salieron del bosque muy presurosos
un cazador y un perro a la par:
el pobre noble bien sudoroso
¡y el amo ya no aguantaba más!

Con miedo los niños le comentaron
al cazador lo que aconteció.
Y el perro cuando al Coco nombraron
paró la cola, ladró y corrió.

Partieron pronto para el poblado
muy asustados, ¡con gran pavor!
Porque a lo lejos se había escuchado
la carcajada que el Coco echó.

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